L. BOULANGER, M. RAVEL, C. DEBUSSY

 

L. BOULANGER, M. RAVEL, C. DEBUSSY

Directora JOANA CARNEIRO

D’un matin de printemps, ILB 5, L. Boulanger
Le tombeau de Couperin, IMR 50 (rev. 1919), M. Ravel
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Miroirs - Une barque sur l’océan, IMR 30 (rev. 1906), M. Ravel      
La Mer, ICD 50, C. Debussy

1.05 h (s/i)
orquestafilarmonicademalaga.com
Notas José Antonio Cantón

Escrito en 1918, D'un matin de printemps de Lili Boulanger es un pequeño poema sinfónico de magistral factura que transmite la fragancia de una mañana de primavera. Una sutil tristeza impregna la obra en sus diferentes líneas musicales que, desde una portentosa instrumentación, recuerdan el estilo de Debussy y Ravel.
Le tombeau de Couperin es una suite en seis partes para piano compuesta por Maurice Ravel entre 1914 y 1917. Cuatro de ellas fueron orquestadas en 1919 por el mismo compositor. La palabra "tombeau" (tumba) del título hace referencia a los homenajes musicales, fúnebres o no, a ilustres personalidades durante la época barroca. La obra fue casi por completo compuesta en 1917 cuando Ravel, enfermo, había sido apartado del frente durante la Primera Guerra Mundial. Cada una de las piezas está dedicada a un amigo del músico, muerto en tal conflagración.
En 1905 se publica su ciclo de cinco piezas para piano bajo el título de Miroirs (Espejos). Cada una de estas reflexiones sonoras impresionistas está dedicada a uno de sus amigos miembros de un círculo literario y artístico conocido como Societé des Apaches. Los apaches se reunían habitualmente en casa del pintor Paul Sordes, a quien Ravel dedicó Une barque sur l'océan (Un barco en el océano), la tercera pieza del conjunto. Sus ondulantes olas crecen en potencia y extensión, sugiriendo el peligro al que se arriesga un barco en la inmensidad del océano.
La Mer fue estrenada el 15 de octubre de 1905 dentro de la temporada de la Orquesta de la Sociedad de Conciertos Lamoureux bajo la dirección, poco afortunada, de Camille Chevillard. Sus tres movimientos responden a un esquema formal sinfónico de claro equilibrio firmemente trazado. El primero es un tiempo lento en si menor que evoca la serenidad del mar existente antes del alba. El segundo tiene la función de scherzo. Es un allegro de pulverizada sonoridad que refleja el vaivén del mar y el salpicar de sus olas para desvanecerse en una translúcida tonalidad de mi mayor. Con cierta aproximación a un rondó, el animado y turbulento movimiento final describe con verdadera genialidad el tumultuoso caos de dos fuerzas antagónicas. La sublime sonoridad de esta obra alcanza tal magnetismo que la convierte, por su belleza, en una de las creaciones más trascendentes del repertorio orquestal de todos los tiempos.

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